La escuela primaria: todo empieza aquí

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La escolarización en la educación primaria alcanza ya al cien por cien del grupo de edad, salvo la reducida desescolarización friccional producida por la llegada de menores inmigrantes, la itinerancia de grupos no sedentarios y situaciones familiares excepcionales. Además, se trata de una etapa que, por definición, superarán todos los alumnos. Sin embargo, en ella empiezan a manifestarse los primeros indicadores del fracaso, entre ellos la repetición y el retraso.  Es aquí donde comienza a haber señales de fracaso y donde debemos comenzar a intervenir.

Aunque básicamente el retraso se produce por repetición, puede tener su origen también en la escolarización tardía o en una interrupción de la escolarización debida a causas no escolares, si bien éstos son casos excepcionales.

Un alumno que lleva retraso en primaria difícilmente lo va a recuperar en secundaria (aunque no es imposible, sí es prácticamente descartable), y seguramente tiene más probabilidades de acumular nuevos retrasos en esta etapa (aunque no tiene por qué hacerlo, ni va a ser el único que lo haga), pero en esta investigación no tenemos datos que permitan verificarlo.

Tiene sentido presentar las tasas por ciclo ya que el ciclo de dos años es la unidad docente, y la norma determina que la repetición, en caso de darse, deberá tener lugar en el año final de cada ciclo. Esto facilita a los profesores trabajar con mayor flexibilidad y menores constricciones temporales y permite a los catastrofistas denunciar lo obvio, que se puede promocionar en los cursos impares cualesquiera que sean los resultados. Este argumento cobrará más volumen ante la ESO, con la misma base tautológica. En los datos de la tabla podemos ver que las tasas evolucionan del 2,3% en el primer ciclo al 3,5% en el tercero, por lo que podrían considerarse moderadas.

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